La importancia de cuidar bien los dientes desde la infancia

Los padres nos preocupamos por la salud de nuestros hijos e intentamos prevenir, en la medida de nuestras posibilidades, cualquier tipo de infección. Pero, ¿pasa lo mismo con la salud bucodental? ¿Tenemos esa misma preocupación por adelantarnos a los acontecimientos o cuando queremos actuar ya es tarde? “Los padres se preocupan ya que entienden que la salud oral es una parte importante de la salud general y saben que la boca es la puerta de entrada de muchas enfermedades”.  No obstante,  los progenitores no tienen suficiente información “de qué medidas tienen que adoptar para evitar que aparezcan caries o maloclusiones, por ejemplo”.

Ni los padres ni los profesionales sanitarios, en general, “estamos bien informados en cuanto a salud bucodental”.

“Nadie nos enseña a cepillar correctamente los dientes de nuestros hijos, no se advierte a los padres del riesgo de caries de muchos medicamentos que utilizan los niños». «No se da importancia a que la vitamina D es crucial para la formación de los dientes, no se enseña a los padres, pero tampoco a los sanitarios que están en contacto diario con niños y bebés».

«Es imprescindible saber diagnosticar una caries cuando aún es solo una lesión de mancha blanca, y cuyo avance se puede detener; no somos conscientes de la importancia del azúcar y de los hidratos de carbono fermentables en el desarrollo de las caries, y damos por sanos productos que son tremendamente destructivos para los dientes”.

También, fruto de la desinformación, siguen vigentes mitos alrededor de la salud bucodental, como aquel que asegura que los dientes de leche no importan porque se van a acabar cayendo y siendo sustituidos por otros: “Los dientes de leche, ellos en sí mismos pero también cómo se relacionan, cómo mastican, son la bola de cristal del futuro de la boca adulta”,  un adulto que ha perdido el primer molar definitivo “ha sido un niño con caries en dientes o muelas de leche”; o que un adulto que no muerde bien, que tiene una maloclusión, “fue un niño que ya antes de los 6 años, con muchísima probabilidad, tenía ese problema en la boca”. Diagnosticar y tratar estas dolencias “lo más precozmente posible es el mejor pasaporte para la salud” en la edad adulta.

La primera visita al dentista

La primera visita al odontopediatra debe realizarse antes del primer cumpleaños del bebé. No obstante, para que las medidas preventivas sean realmente eficaces, recomiendan que “la mujer embarazada acuda al dentista, para que ya antes del nacimiento tenga la información de cómo cuidar la boca de su bebé y que medidas respecto a su salud bucodental son importantes para la salud de su futuro hijo”.  Las intervenciones educativas en la embarazada y en la puérpera “son baratísimas y tremendamente efectivas sobre la salud bucodental de sus hijos, y de rebote, en ellas mismas y en el resto de la familia”. Añade la odontóloga, respecto a las recomendaciones oficiales, que al año de vida “muchos niños ya han comenzado a tomar alimentos azucarados”, por lo que considera que si se avisa antes a los padres de que no se den “por lo menos hasta los dos años, en contra de la presión social, familiar e incluso de las guarderías, a los dos años no querrán un yogur azucarado porque les parecerá muy empalagoso. Educamos el gusto desde el primer día, pero reeducarlo es mucho más complicado”.

Pese a estas recomendaciones, la salida del primer diente sigue marcando un punto crucial en la preocupación de los padres por la salud bucodental de sus hijos.  Las bacterias que están implicadas en la caries dental las pueden adquirir los lactantes incluso antes de que los dientes hayan erupcionado”.

Se invita a hacer un cambio en nuestras ideas preconcebidas, ya que la salud no debe ser algo preocupante o de lo que hay preocuparse, sino que “hay que ocuparse de mantenerla”. En palabras de la dentista, no puede suceder que nos preocupemos cuando un niño nos dice que le duele algo porque entonces “ya hay enfermedad”, ya que las cosas sanas no duelen. “No puede ser que hasta entonces no nos hayamos asomado a la boca y ahora que duele veamos un agujero enorme en una muela. Eso va a significar, seguro, que hay otros agujeros que el profano no va a reconocer pero que el dentista ve sin ninguna dificultad. Y no olvidemos que la boca no son solo los dientes: también labios, lengua, encías, articulaciones, manera de morder… Así que hay que ocuparse de los dientes desde que erupciona el primero, y de la boca en su conjunto, desde el nacimiento, ya que la boca sirve para que el bebé mame correctamente”.


Fuente: El País

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