Los dientes de leche: más bocadillos y menos bollos

image_content_4966163_20160611155555Todos queremos que nuestros niños crezcan con una sonrisa, pero también que ésta sea ordenada y blanca ¿verdad?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la limpieza de los dientes es necesaria desde que sale el primer diente (lo cual suele darse alrededor de los 6 meses). La dentición temporal se tiene que conservar con esmero, ya que si no lo hacemos pueden aparecer caries o molestias. Además, los dientes de leche mantienen el espacio y actúan de guía para los que serán los dientes definitivos. ¡Tienen una función esencial!

Cuando todavía son bebés, lo recomendable es hacerlo con una gasa y no con un cepillo de dientes. Así evitaremos que se acumule placa dentaria.

A medida que van creciendo (sobre los 2 años) podemos empezar a lavar los dientes con un cepillo muy suave especial para ellos. Es mejor no usar pasta de dientes hasta que el niño es capaz de enjuagarse y no tragársela, porque si se la traga de forma continuada la composición de la pasta de dientes puede llegar a provocar molestias estomacales o incluso gastroenteritis.

En cuanto a si usar cepillo de dientes manual o eléctrico, lo importante es el barrido, hacerlo bien. Si el niño o los padres lo hacen bien con el manual, con ése basta. 

Y si a pesar de las precauciones la caries sale, hay que tratarla lo antes posible aunque los dientes sean temporales.

Las caries son provocadas por muchos factores, entre ellos la calidad del esmalte o la higiene dental. Los niños tienen una dieta demasiado blanda y pegajosa. Se recomienda comer más piezas de fruta a mordiscos y bocadillos de pan de barra. Una dieta más dura favorece el barrido de la placa dentaria de los dientes (evitando así la caries) y además fortalece los maxilares (lo cual ayuda al correcto alineamiento de los dientes).

Las posibles maloclusiones (mal alineamiento de los dientes) tales como la mordida cruzada también deben tratarse cuanto antes. Hay remedios más allá de los famosos brackets que son más eficaces cuanto antes se aplican. Por eso es recomendable que el niño haya visitado el dentista desde muy pequeño (1-2 años). Puede que baste con acompañar a sus papás en alguna de sus citas. Lo justo como para que el dentista le “eche un vistazo”. De esta forma el niño ve al dentista como alguien cercano, de confianza, y será menos difícil tratarle en el futuro en caso de que sea necesario.

“Eso sí, por favor?.” “los padres no deben usar la figura del dentista para castigar o dar miedo a los niños”. Si hay que tratar a un niño no tiene que ver con si ha sido bueno o no y es muchísimo más difícil tratar a un pequeño cuando está enfadado o simplemente aterrorizado”.


Fuente: La Razón
http://www.larazon.es/blogs/lifestyle/de-charco-en-charco/los-dientes-de-leche-mas-bocadillos-y-menos-bollos-BM12870221

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